Terapias psicológicas y Talleres de autoconocimiento ESYO
Cada persona es responsable de buscar y encontrar la mejor versión de sí mismo. Terapias individuales o de parejas, talleres y conferencias

La agresión y su víctima perfecta
Lima, feb. 2018

La agresión y su víctima perfecta
La agresión es una conducta hostil o destructiva cuya máxima finalidad es provocar daño a otra persona. “Es el acto de acometer a alguien para matarlo, herirlo o hacerle daño (RAE)”.
La diversidad de teorías respecto a la agresión, la describen como una emoción natural o innata, que viene con el ser humano desde su concepción, pasando por una conducta aprendida o imitada, llegando a ser una respuesta al miedo o a la frustración.
Por tanto existen tipos de agresión, desde la pasiva a través de una mirada, un mensaje subliminar o una expresión, hasta la agresión activa, verbal o física, que puede ir desde una ofensa o una critica, hasta una mala palabra o un golpe (sea un empujón, una bofetada o cualquier abuso físico hacia otra persona).
Cualquiera sea su origen, su razón de ser, su significado, su justificación o su proyección. En todos los casos, el agresor siempre requiere de una victima a quién poder agredir, dañar, intimidar, perjudicar, someter, violentar o anular, es decir, un agresor necesita coexistir con alguien más para poder actuar o llevar a cabo su cometido, de lo contrario, la agresión hacia otro no podría ser posible.
El agresor busca activamente poder traspasar los límites del otro y generalmente, lo logra porque utiliza artimañas para descubrir las debilidades de su victima, bajar la defensa a través de la humillación, del desprecio, del miedo y de las propias inseguridades del agredido. En resumen, el agresor utiliza los propios miedos e inseguridades de su victima, para poder desarmarla a nivel emocional, mental y conductual, dejándola en una posición de máxima vulnerabilidad para ser atacada y agredida con éxito.
-Algo similar sucede en el reino animal, el depredador elige a su presa, la observa, espera el momento preciso
para atacar, a veces solo la hiere para debilitarla, la aísla del resto de la manada y finalmente, la ataca-.
Cuando luchamos contra la violencia, nos enfocamos en la conducta del otro, la del agresor y podemos fantasear con que esta será la última vez que lo haga, podemos creer que tenemos el poder de cambiarlo o “ayudarlo”, podemos pensar que lo hace porque tampoco lo ha pasado bien en su vida, podemos justificarlo con las mil cosas buenas que hace cuando no está agrediendo o incluso podemos llegar a creer que fue nuestra culpa, que nosotros lo hemos provocamos.
En términos simples, la victima actúa como un deposito que absorbe y resiste todo el enojo, miedo y frustración del agresor, inmovilizándola y convenciéndola de su incapacidad, imperfección constante y poca valía, condenándola incluso a la codependencia del mismo agresor.
Lo primero que se debe considerar, es que “las personas llegan siempre hasta donde yo les permito que lleguen” (Talleres ESYO). La victima no es y nunca será responsable de la agresión del otro, pero sí es absolutamente responsable de su salud mental y emocional, de su sana autoestima y de sus propios límites. El hecho de ser una victima perfecta para la agresión no radica en su nivel de inteligencia, ni en su nivel social o económico, si no más bien, en sus inseguridades, en lo poco que es capaz de conocerse y valorarse en un todo.
Lo cierto es que cuando la propia victima cambia su pensamiento, por ende su conducta y actitud, establece límites mentales que actúan como una red de protección, se reconoce como un ser valioso y maravillosamente imperfecto, puede poner límites y puede defender su valor como ser humano. Una vez ahí, ya tendrá más de la mitad del camino ganado, porque es la propia conducta de la victima que logra anular o gestionar la agresión del otro.
Carola Pena Laouénan
Psicóloga Clínica
Terapia Cognitivo Conductual
Directora Talleres ESYO
www.talleresesyo.com
value. quality care. convenience.